domingo, 17 de mayo de 2020

PERIPATÉTICOS 2020



La vida  nos pone retos y desafíos  que tal vez  nunca imaginamos enfrentar. La tarea de llegar más allá del claustro que se ha diseñado para la enseñanza y el acompañamiento de las futuras generaciones quedó por instantes relegada y nos sitúa  en la difícil misión de asumir a los medios que hemos en ocasiones considerado como eventuales  enemigos  en nuestra campaña por  hacer de nuestro niños y jóvenes personas críticas, empoderadas y autónomas,  teniendo que reconocerlos a regañadientes en la potencial por no decir la única vía para continuar con nuestra vocación como profesos  de la universalidad del  conocimiento y la cosmovisión.  Tal como lo hiciera Aristóteles hace más de 2300 años con sus  peripatéticos”  quienes reflexionaban, se hacían preguntas mientras daban largas caminatas;   Las redes, las plataformas, las aplicaciones y todo este mundo virtual que nos ha aislado, pero que al mismo tiempo ha provocado movimientos, caminatas virtuales, extenuantes jornadas de cuestionamientos y reflexiones del día a día, posibilidades de acercarnos,  encontrar explicaciones  y ante todo  aprendizajes.

¿Será la situación excepcional en que hoy estamos inmersos una posibilidad para reflexionar y filosofar mientras caminamos por los caminos virtuales sinuosos en los que hemos estados sumergidos?  No desfallezcamos, caminemos junto a nuestros  niños y jóvenes, no desistamos en el esmero por continuar este proceso  para que en medio de la dificultad, ellos también cuestionen, piensen, pregunten, creen. Será la mejor manera de hacer de este bizarro episodio  de nuestra vida  también una oportunidad de ver el mundo con otros ojos, dejar el orgullo, apartarnos por unos instantes de una zona cómoda, y empezar a flexibilizar las maneras,  los procesos, las evaluaciones  y  emprender una dinámica que visualice al aprendiz desde lo humano.

Durante siglos se ha hablado de ver en nuestros estudiantes, no cómo proyectos de mano de obra  y eslabones de una interminable cadena esclavizada por los prototipos de intercambio de deseos superfluos que respondan al normalizado inconsciente colectivo que continúe sirviendo sumisamente al poder, pero poco o nada hace la escuela respondiendo a modelos impuestos desde el gobierno y con maestros que poco se involucran en el cambio que tanto promulgan en marchas y protestas, que solo dejan una estela momentánea de revolución sin cambio y aspiraciones cada vez más devaluadas,   como lo expresara el filósofo colombiano Estanislao Zuleta en su ensayo el elogio de la dificultad :

En lugar de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de la satisfacción, una monstruosa salacuna de abundancia pasivamente recibida. En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente sí han existido.

 

De igual manera el sistema ha ido respondiendo a esas pretensiones consumistas en donde el éxito y la felicidad son el discurso de adoctrinamiento de ideas neoliberales del capitalismo salvaje en el cual si no estás endeudado en créditos imposibles de pagar y sumido en la impotencia de sostener un nivel de vida que nunca es el soñado, tu existencia carece de sentido.

 

Soñar, trabajar, devengar, gastar, endeudarse y construir el ideal humano en arenas movedizas,  la sociedad exige encontrar la felicidad  a cualquier precio. El sistema nos vende la necesidad de vivir en un  cómodo apartamento con todos los lujos, facilidad de créditos para comprar un auto, tarjetas de crédito para comprar cuantos artefactos para facilitar los quehaceres, pero que lástima aún no se ha inventado la máquina que haga realidad los sueños, ni el artilugio que produzca felicidad.  Puede decirse que nuestro problema no consiste sola ni principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo que nos proponemos, sino en aquello que nos proponemos; que nuestra desgracia no está tanto en la frustración de nuestros deseos, como en la forma misma de desear.  Deseamos mal. En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor y por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo”. (Zuleta, 1980).   Por estos días de aislamiento, de distanciamiento social, confinamiento y ausencia de abrazos sería una gran oportunidad de dinamizar descontextualizando nuestras prácticas pedagógicas, reconociendo la precariedad de nuestro sistema educativo escaso de infraestructura  y con un horrible hacinamiento que es el principal detonante del bajo rendimiento y violenta interacción de los estudiantes en un ambiente que emula casi a la perfección el establecimiento carcelario que sólo se ha limitado a vigilar y castigar, tal como lo expresa Michel Foucault: “Aquellos muros , aquellos cerrojos, aquellas celdas figuraban una verdadera empresa de ortopedia social(…). Vigilancia ejercicios maniobras, calificaciones, rangos y lugares, clasificaciones, exámenes, registros, una manera de someter los cuerpos (…) se ha desarrollado en los hospitales, el ejercito, las escuelas, los colegios o los talleres; El siglo XIX inventó las libertades, pero les dio un subsuelo profundo y sólido;  la disciplina de la que  seguimos dependiendo (…)   (Foucault, 1975) dando por sentado que es impensable la autonomía  en una sociedad como la nuestra.  

 

Observar, escuchar, reflexionar; respetar. Promover el pensamiento crítico, hacerse preguntas mientras se divaga, se explora, se camina, volviendo a la esencia del pensamiento humano, no buscar respuestas sino interrogarse constantemente  sobre la razón y sentido de todo cuanto nos rodea.  Peripatéticos”  en pleno 2020, discípulos de Aristóteles, ahora cuando más tienen la oportunidad de encontrarle un sentido y explicación  a lo acontecido en este 2020 y ojalá regresar a la escuela con una visión cósmica, objetiva. Que este encierro pueda mover sensibilidades, hallar la esencia de nuestra existencia en los pequeños detalles y en el ideal de vernos a través del otro.

 

Hacer de los demás nuestro espejo, el reflejo de lo que queremos y esperamos de nosotros mismos, sin la arrogante y caníbal manera de obtener lo que se quiere pasando  por encima de quien sea.  Vayamos, sigamos por la vida pero mientras avanzamos,  pensamos, reflexionamos, “Peripatéticos” de la era digital, donde la adversidad se presenta como oportunidad y la interacción virtual en la mejor manera de allanar el camino para el reencuentro porque como seres sociales  necesitamos del contacto con el otro.  Pero ojalá esta experiencia  nos permita volver a encontrarnos, pero desde la visión de humanidad, empatía y reconociendo que nos necesitamos, que nos debemos a los demás ya sea virtual o presencial debemos evolucionar y adaptarnos a los retos que día a día se cruzan y nos hacen repensar nuestra forma de ser y de estar en el mundo.

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