sábado, 23 de mayo de 2020

ARRÁNCAME LA VIDA





El dolor tiene múltiples facetas que suelen ser indescriptibles. Pero deja siempre la gran lección de cuan frágiles e indefensos podemos llegar a ser o estar…


Al  verla, noté de inmediato que algo no estaba bien, que en su mirada siempre llena de alegría había una profunda tristeza. Su rostro desencajado  como si desde adentro un grito profundo quisiera salir, pero que al mismo tiempo era contenido por su dolor y su absoluta convicción  de que merecía padecer tal angustia, desasosiego; como una sentencia autoinfringida por lo  que ella misma horas después  describiera  como la peor experiencia de toda su vida.

Todo empezó una semana antes cuando notó que su periodo no llegaba,  y como no era la primera vez que sucedía sólo pensó que sería pasajero.   Pero al ver que pasaban los días y todo continuaba igual decidió  hacerse una prueba de embarazo.  El sólo pensar volver a ser madre la llenaba de ansiedad e incertidumbre.  Había sido madre muy joven 22 años atrás, y el hecho de pasar por tal experiencia aunque su hijo, su mayor orgullo era la muestra fehaciente de lo excelente madre que había sido,  no la  entusiasmaba en verdad.   La idea de estar de nuevo embarazada la aterraba, no sería fácil volver a empezar.  Se comunicó  con quien había disfrutado  de fines de semana maravillosos retozando en sus brazos y sintiéndose  viva, al borde del éxtasis.  Dos años atrás  el hombre con quien había compartido cinco años de sueños, proyectos, charlas, caminatas y viajes,  de  imprevisto echó por la borda todo aquello que ella consideraba el amor de su vida. De la noche a la mañana se fue y nunca más volvió.

Era una mujer hermosa, atlética, divertida, con la cual se podría hablar de casi cualquier cosa, sin el temor de ser juzgado o parecer un imbécil.  Pese al dolor de la partida del hombre que amaba, siguió su vida con la meta de hacer de aquella experiencia  un buen espejo que en medio del dolor y la tristeza  le permitiese crecer y darse cuenta de lo ingenuos que podemos llegar a ser los seres humanos cuando le abrimos la puerta de nuestro corazón a personas que no desean remar en la misma dirección en que llevamos nuestro barco.

Después de pensarlo durante varios días al fin decidió llamar a quien por razones apenas obvias era corresponsable de lo que una hora antes le confirmaron en un laboratorio;  ya contaba con dos meses de gestación. El hombre al otro lado de la línea con quien había llegado a un acuerdo de disfrute sin compromiso,  pues la madurez de ambos no requería de leyes más allá de un encuentro ocasional que había sido interrumpido por mucho tiempo cuando ella se había comprometido con quien luego de cinco años la dejó en medio de un adiós sin explicaciones.  El hombre que escuchó que sería padre, en un silencio después de tartamudear que a sus cuarenta años no estaba preparado para serlo y en una frase en la cual no titubeó ni por un segundo le  dijo:   ¡mire a ver que hace,  porque yo no puedo!
Aquella frase sería la  única prueba de su absoluta soledad y de lo poco que había sido valorada y reconocida como una maravillosa mujer, excepcional ser humano y abnegada madre, que cuando creyó estaba disfrutando del mejor momento en su vida, se vio sola, absolutamente sola.

El fin de semana anterior su vida dio tantas vueltas que era difícil para ella entender si habían pasado tres días o tres años. Al notar su tristeza la miré pero lo único que me dijo fue: por favor no me preguntes nada, a lo que respondí que estaba bien pero que no la dejaría sola, que la acompañaría y le haría sentir que podía confiar en mí.

Al salir del trabajo y al ver que continuaba tan abatida, le dije que   fuéramos a mi apartamento.  Para nadie era un secreto de la absoluta empatía que nos caracterizaba, podíamos pasar horas y horas hablando de todo un poco y zigzagueábamos de un tema al otro, de aquí para allá, de una  anécdota a  otro y como en una  construcción cooperativa de un relato bien contado y sin previo aviso dejábamos que fluyeran nuestras más triviales o trascendentales reflexiones sin importar si habían pasado tres minutos,  tres horas  o tres días  sin conversar.
Ese día en particular estaba tan callada, decaída, angustiada y evidenciaba que no había parado de llorar.

Cuando llegamos a mi casa  le pregunté si deseaba tomar algo y ella de forma repentina y con total seguridad respondió: Cianuro.

Mientras guardaba silencio y escuchaba sus lamentos miles de conjeturas rondaban mi mente; ¿Qué pudo haber pasado para que en un fin de semana se desmoronara, desdibujara y transformara la  desbordante expresión de alegría en la más   patética expresión de dolor.
Durante largo rato ella trataba de  explicarme  lo que tanto la atormentaba, pero por alguna razón no lograba ser clara y directa al respecto.  Se le rasgaba la voz, por momentos lloraba inconsolablemente, se ahogaba en un mar de lágrimas y repetía incansablemente por qué, por qué, por qué….

Mi prudencia  e intento por siempre conservar la calma sólo se limitaba a escucharla y decirle varias veces que aunque no me podía imaginar su dolor ni la razón que lo causaba  podía contar conmigo y que iba a estar ahí para escucharla y apoyarla.

Repetía continuamente soy un ser horrible, un monstruo, no merezco respirar, me siento una intrusa en este mundo que no merece que yo esté en él….
Sólo hice una pregunta y fue suficiente para que se desmoronara por completo; ¿Estuviste embarazada?  Entre sollozos y lamentos me respondió que si,  pero que ahora su vida ya no tenía sentido…

Ese fin de semana anterior, presa del pánico, sin apoyo del que fuera el padre de su hijo, sin poder refugiarse en su familia,  que siempre le había reprochado el hecho de no haber aceptado las constantes infidelidades del padre de su primer hijo y que hubiese decidido hacer su vida y pensar en que merecía darle un vuelco, dejando atrás años de escuchar que como mujer debía someterse y asumir que simplemente era la vida que le había tocado.

Toda esa historia de machismo normalizado, que de alguna forma se había ido convirtiendo en una constante en su vida;  los hombres a los que había considerado su complemento, la gran excusa para empoderarse y  liberarse habían terminado de  diferentes formas sometiéndola, encarcelándola, usándola y dejándola a su suerte como si todos merecieran un mejor destino menos ella. Esa inmensa soledad camuflada en momentos desbordantes     de alegría traducidos  poco tiempo después en una profunda incertidumbre, tristeza y desolación.

Toda esa avalancha de duelos no superados,  ausencias inexplicables y desprecios injustificados fueron la estocada definitiva que la dejaría con pocas opciones y muchos temores.

Sola, sin respuestas, con temores, sin con quien compartir su preocupación e incertidumbre, tomó la decisión que la tenía  sumida en la más absoluta tristeza, rabia, melancolía y nostalgia.

No  podía tener un hijo. ¿Qué sería de ese ser en medio de tantas dificultades y tristeza, de tanto abandono, de la indiferencia de la que había sido víctima sin darse cuenta por tantos años. Desesperada, sola, sin siquiera un amigo que pudiera escuchar su  angustia, una familia que sería la última a la que  consideraría contar su historia y con el peso de toda una vida de reproches indirectos por acciones del pasado, se dirigió al único lugar que sin juzgar, sin prejuicios morales y sin el estigma homicida, solucionaría su terrible angustia sin preguntarle siquiera si era lo que realmente querría hacer.

Al llegar a aquella clínica,  según lo relataba ella misma, parecía una central de urgencias; nada clandestina, cientos de mujeres, algunas con algún familiar o amigo, otras con sus parejas y otras como ella,  solas. Después la charla con un médico “hombre” que en absoluto habría  sentido la sensación de un embarazo y por supuesto luego  de hacer un generoso pago de una cifra de seis dígitos, cuando apenas había terminado de pagar un crédito de la que era codeudora de su ex, y ahora de vuelta al círculo de giros interminables, de donde había querido salir en varias ocasiones sin mucho éxito.

Un hombre con  traje de médico hablándole sobre los posibles impactos psicológicos, un hombre hablando de lo que vendría después de la decisión que al día siguiente la tendría en un dolor tan profundo que ni ella misma podía identificar el sitio exacto de su sensación;  Un hombre opinando sobre el hecho de un  procedimiento tan polémico y contradictorio. Un hombre orientando a una mujer sobre si realmente sería el paso que en medio de su angustia, miedo y frustración debía dar.

Después de unos 15 minutos de charla  y explicaciones sobre los posibles efectos secundarios post aborto, porque como siempre sin importar qué se comercialice; “El tiempo es dinero”;    fue llevada a un quirófano donde según la política de dicha clínica es prestarle  la ayuda pensando siempre en la salud mental, física y reproductiva de cada una de las mujeres que consultan por su situación.  Nunca juzgaría a una mujer que decide practicarse un aborto, pero cuando la vi tan afligida, triste, angustiada y vulnerable; culpándose por no haberse tomado más tiempo para pensar sobre su decisión; si pensé que tal vez no había recibido la orientación y acompañamiento de un profesional que fuera empático y  no simplemente a un supuesto galeno interesado más en que no se fugara un potencial cliente que en la posibilidad de que recibiera toda la información desde múltiples perspectivas sobre lo que vendría después de consumar esa transición tan corta entre ser una futura madre y decidir acabar con aquella posibilidad.

Al verla tan triste desmoronada, en un interminable llanto recordé las palabras que ella misma me había dicho tiempo atrás hablando precisamente sobre la salud sexual y reproductiva en la cual expresaba una visión de asumir que la vida está presente en lo más sencillo y a veces invisible de cuanto nos rodea.   Sobre el aborto aquella vez le comenté, que independientemente de las posibles razones que hubiera para pensar en realizarlo, debería ser una decisión  exclusivamente de la mujer, al fin y al cabo es ella quien termina sometida, sacrificada, inmersa en una interminable serie de oficios y obligaciones, mientras el semental continuaba con su vida social y profesional.   Ella asintió con su cabeza, y agregó: "la doble moral nos tiene agobiados, mientras en Marte a  un trozo minúsculo del suelo se la pasan estudiándolo y defendiendo la posibilidad de que tenga vida, cuando se trata del aborto múltiples debates tienen curso al respecto según convenga".  En aquella frase me dejó claro que no estaba de acuerdo con aquella práctica pero tambien que ese es un tema de profunda sensibilidad y que dicha discusión debería darse por separado en cada circunstancia.

A pesar de su decisión,  de su gran angustia y sentimiento de culpa, nunca  hice referencia a  aquella charla, era evidente  que todos hablamos desde lo que sentimos y vivimos en un momento de nuestra vida, y no necesariamente por convicción moral, política o religiosa.

Ahora ya no estaba tan segura; su vida se había vuelto de cabeza y la sensación de un bienestar que estaba apenas vislumbrando se había visto truncado e inmerso  profundamente en un lamento de dolor y de muerte.

La abracé con tanta fuerza y le dije al oído: no eres en absoluto una mala persona; eres un gran ser humano que debió tomar una decisión; y aunque ahora la culpa la atormenta, y el deseo de devolver el tiempo para cambiar aquella historia la asediaba constantemente,  ya no había nada que pudiera remediarlo.

Sólo un deseo desde lo más profundo de su corazón de madre se conjugaba en una súplica que le permitiese expiar su culpa, un silencio ensordecedor, un grito mudo, una ausencia llena de melancolía, que le suplicaba al hijo que ya no estaba; entre sollozos: - “arráncame la vida”- lo merezco por no haber salvado la tuya. Silencia mis sentidos, detén mi corazón: “lo siento, perdón, te amo”.

domingo, 17 de mayo de 2020

PERIPATÉTICOS 2020



La vida  nos pone retos y desafíos  que tal vez  nunca imaginamos enfrentar. La tarea de llegar más allá del claustro que se ha diseñado para la enseñanza y el acompañamiento de las futuras generaciones quedó por instantes relegada y nos sitúa  en la difícil misión de asumir a los medios que hemos en ocasiones considerado como eventuales  enemigos  en nuestra campaña por  hacer de nuestro niños y jóvenes personas críticas, empoderadas y autónomas,  teniendo que reconocerlos a regañadientes en la potencial por no decir la única vía para continuar con nuestra vocación como profesos  de la universalidad del  conocimiento y la cosmovisión.  Tal como lo hiciera Aristóteles hace más de 2300 años con sus  peripatéticos”  quienes reflexionaban, se hacían preguntas mientras daban largas caminatas;   Las redes, las plataformas, las aplicaciones y todo este mundo virtual que nos ha aislado, pero que al mismo tiempo ha provocado movimientos, caminatas virtuales, extenuantes jornadas de cuestionamientos y reflexiones del día a día, posibilidades de acercarnos,  encontrar explicaciones  y ante todo  aprendizajes.

¿Será la situación excepcional en que hoy estamos inmersos una posibilidad para reflexionar y filosofar mientras caminamos por los caminos virtuales sinuosos en los que hemos estados sumergidos?  No desfallezcamos, caminemos junto a nuestros  niños y jóvenes, no desistamos en el esmero por continuar este proceso  para que en medio de la dificultad, ellos también cuestionen, piensen, pregunten, creen. Será la mejor manera de hacer de este bizarro episodio  de nuestra vida  también una oportunidad de ver el mundo con otros ojos, dejar el orgullo, apartarnos por unos instantes de una zona cómoda, y empezar a flexibilizar las maneras,  los procesos, las evaluaciones  y  emprender una dinámica que visualice al aprendiz desde lo humano.

Durante siglos se ha hablado de ver en nuestros estudiantes, no cómo proyectos de mano de obra  y eslabones de una interminable cadena esclavizada por los prototipos de intercambio de deseos superfluos que respondan al normalizado inconsciente colectivo que continúe sirviendo sumisamente al poder, pero poco o nada hace la escuela respondiendo a modelos impuestos desde el gobierno y con maestros que poco se involucran en el cambio que tanto promulgan en marchas y protestas, que solo dejan una estela momentánea de revolución sin cambio y aspiraciones cada vez más devaluadas,   como lo expresara el filósofo colombiano Estanislao Zuleta en su ensayo el elogio de la dificultad :

En lugar de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de la satisfacción, una monstruosa salacuna de abundancia pasivamente recibida. En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente sí han existido.

 

De igual manera el sistema ha ido respondiendo a esas pretensiones consumistas en donde el éxito y la felicidad son el discurso de adoctrinamiento de ideas neoliberales del capitalismo salvaje en el cual si no estás endeudado en créditos imposibles de pagar y sumido en la impotencia de sostener un nivel de vida que nunca es el soñado, tu existencia carece de sentido.

 

Soñar, trabajar, devengar, gastar, endeudarse y construir el ideal humano en arenas movedizas,  la sociedad exige encontrar la felicidad  a cualquier precio. El sistema nos vende la necesidad de vivir en un  cómodo apartamento con todos los lujos, facilidad de créditos para comprar un auto, tarjetas de crédito para comprar cuantos artefactos para facilitar los quehaceres, pero que lástima aún no se ha inventado la máquina que haga realidad los sueños, ni el artilugio que produzca felicidad.  Puede decirse que nuestro problema no consiste sola ni principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo que nos proponemos, sino en aquello que nos proponemos; que nuestra desgracia no está tanto en la frustración de nuestros deseos, como en la forma misma de desear.  Deseamos mal. En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor y por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo”. (Zuleta, 1980).   Por estos días de aislamiento, de distanciamiento social, confinamiento y ausencia de abrazos sería una gran oportunidad de dinamizar descontextualizando nuestras prácticas pedagógicas, reconociendo la precariedad de nuestro sistema educativo escaso de infraestructura  y con un horrible hacinamiento que es el principal detonante del bajo rendimiento y violenta interacción de los estudiantes en un ambiente que emula casi a la perfección el establecimiento carcelario que sólo se ha limitado a vigilar y castigar, tal como lo expresa Michel Foucault: “Aquellos muros , aquellos cerrojos, aquellas celdas figuraban una verdadera empresa de ortopedia social(…). Vigilancia ejercicios maniobras, calificaciones, rangos y lugares, clasificaciones, exámenes, registros, una manera de someter los cuerpos (…) se ha desarrollado en los hospitales, el ejercito, las escuelas, los colegios o los talleres; El siglo XIX inventó las libertades, pero les dio un subsuelo profundo y sólido;  la disciplina de la que  seguimos dependiendo (…)   (Foucault, 1975) dando por sentado que es impensable la autonomía  en una sociedad como la nuestra.  

 

Observar, escuchar, reflexionar; respetar. Promover el pensamiento crítico, hacerse preguntas mientras se divaga, se explora, se camina, volviendo a la esencia del pensamiento humano, no buscar respuestas sino interrogarse constantemente  sobre la razón y sentido de todo cuanto nos rodea.  Peripatéticos”  en pleno 2020, discípulos de Aristóteles, ahora cuando más tienen la oportunidad de encontrarle un sentido y explicación  a lo acontecido en este 2020 y ojalá regresar a la escuela con una visión cósmica, objetiva. Que este encierro pueda mover sensibilidades, hallar la esencia de nuestra existencia en los pequeños detalles y en el ideal de vernos a través del otro.

 

Hacer de los demás nuestro espejo, el reflejo de lo que queremos y esperamos de nosotros mismos, sin la arrogante y caníbal manera de obtener lo que se quiere pasando  por encima de quien sea.  Vayamos, sigamos por la vida pero mientras avanzamos,  pensamos, reflexionamos, “Peripatéticos” de la era digital, donde la adversidad se presenta como oportunidad y la interacción virtual en la mejor manera de allanar el camino para el reencuentro porque como seres sociales  necesitamos del contacto con el otro.  Pero ojalá esta experiencia  nos permita volver a encontrarnos, pero desde la visión de humanidad, empatía y reconociendo que nos necesitamos, que nos debemos a los demás ya sea virtual o presencial debemos evolucionar y adaptarnos a los retos que día a día se cruzan y nos hacen repensar nuestra forma de ser y de estar en el mundo.

jueves, 7 de mayo de 2020

¿BUFÓN O MONARCA?


¿Bufón o monarca?

La cuarentena ya había sido decretada y en el preludio de lo que los más optimistas denominaban la gran oportunidad para reflexionar, hacer una pausa, tomar un nuevo rumbo, redireccionar  sus vidas,  en fin una sinfonía idealista de aquellos que permanecían aún ajenos   a la debacle en que se disolvía el mundo de una inmensa mayoría  que con lavado de manos frecuente y uso de tapabocas era poco probable que pudieran  mitigar el hambre, cuando su único sustento y el de sus familias dependía  de la venta de empanadas, café o aromáticas en una esquina cualquiera de las grandes ciudades,  del mercado persa de innumerable cantidad de productos en el transporte masivo o  de su despreciada vocación de saltimbanquis en los semáforos de las ya desérticas avenidas; una alocución presidencial aseguraba que se destinarían recursos para los más vulnerables, que se quedaran en casa que la ayuda llegaría a sus hogares, que sólo se debía tener un poco de paciencia.  Sorprendidos  quedarían la mayoría al ver la gran generosidad del gobierno nacional al otorgarles una ayuda que reivindicara por completo el abandono gubernamental por más de cincuenta años.  Atún de 19.000 pesos cada lata, arroz  de 3500 la libra, sal de 2500 la libra. Que mal se había juzgado la labor social de aquellos gobernantes que siempre habían estado del lado de la gente, que no se olvidaran pues de  las pechugas de pollo a $40.000 que se habían  entregado en el Programa de Alimentación Escolar hacía poco tiempo.   Cómo es posible que haya tanta marginalidad  y desempleo con esas onerosas contribuciones de un gobernante que se la había  pasado pensando en color naranja, bailando en “ñeñe fiestas”, hablando del coronavirus como si fueran un adversario futbolístico, creando expectativas falsas a diario por los canales nacionales, porque la realidad era  bien distinta y con mensajes ambiguos,  tan ambiguos que ni siquiera a los más ignorantes e incautos lograría convencer.  Mucha charla en televisión pero pocas acciones contundentes que permitieran vislumbrar  la imagen de un líder que estuviese  realmente a cargo.

El bufón que dirigía  aquel pintoresco país, con fiestas todo el año,  con esplendor macondiano, que además de una pandemia de un virus mortal,  emparentado con una gripe, parecía que padeciera  de una verdadera virosis de amnesia generalizada que hacía que todo hasta los más atroces hechos de violencia se convirtieran  en tragicomedias porque a un criollo filósofo y estadista contemporáneo se le había ocurrido afirmar que se trataba de la sociedad más feliz del mundo.

Felicidad en medio de la marginalidad, del hambre, de la violencia e impunidad rampante dentro de una barbarie normalizada en un país que se había  acostumbrado  tanto a la violencia que ya se le había vuelto  paisaje.  Esa exótica nación en la cual sus gobernantes, ministros, senadores y otros servidores públicos ganaban  salarios exorbitantes, vendían su conciencia para comprar votos y se mantenían afincados  eternamente en el poder, a costa de los recursos generados por los contribuyentes para programas sociales, desarrollo de infraestructura, construcción de escuelas, programas de desarrollo rural y lo más requerido por esos tiempos  de pandemia;  hospitales  e insumos hospitalarios que tantas vidas salvarían.

El país del  “Realismo Mágico”,  donde como por arte de magia de desviaban  recursos, se interceptaban comunicaciones de contradictores,  se simplificaban los números de víctimas en masacres, se minimizaba la muerte de promotores y líderes sociales en diversas zonas del país, se hacían  estadísticas de si las muertes eran producto  de atracos, extorsiones, "cosquilleos"  o simplemente porque el incauto había   “dado papaya”,  como si  arrebatar una vida tuviese más o menos importancia dependiendo de la experiencia y habilidad del perpetrador.

Lo que golpeaba  a ese exótico  país por aquellos  días  y  a muchos otros  países del mundo no era   una alegoría de la peste bubónica sino más bien una horrible peste “bufónica”  donde cada gobernante salía  con su sórdido populismo olvidándose  por completo de  la verdadera razón por la que había sido  elegido :“servir abnegadamente”.  Por el contrario cada salida en público era  peor que  la anterior, dejando un gran interrogante: ¿Quién era realmente  el  gobernante? ¿un  bufón o un monarca?

Pero quedaría la esperanza de que sería  la historia en definitiva la que  evidenciara  los  errores o aciertos de los involucrados: víctimas o victimarios, condenados o verdugos, gobernantes o gobernados, en fin sería  la misma historia quien marcaría  de múltiples formas sucesos, momentos y el devenir  de los años postreros.  Y aquellos súbditos verían por siglos el  maquiavélico juego del poder,   de la mezquina conveniencia y mendicidad de aquellos que guardarían  silencio mientras recibieran  las migajas de la opulenta mesa de los que desde tiempos inmemorables habían  hecho del servicio público la apología a la marginalidad y del poder la antítesis de la justicia.

sábado, 2 de mayo de 2020

CUARENTENA....


CUARENTENA

Un abrazo robará tu aliento
Un beso te condenará a la muerte
Una  visita traerá  el desahucio
Sepultura sin obituario,  epitafio sin llanto.

Amanece en silencio y sin prisa,

En el encierro, afuera el mundo vibra
Vibra reclamando vida, una vida arrebatada
Sin sentimiento de culpa.

La furia desatada del indolente cónyuge
Sin  ley ni pena, y en tono beligerante
Infringe  oprobio, maldice,  golpea
A quienes por miedo y necesidad callan
Y en su silencio por justicia claman.

Llevamos 40 días  encerrados,
Contenidos,  confinados,  exiliados
Pero tal vez llevemos una vida
De aislamiento colectivo,  desterrados
Cegados por nuestra falta de empatía.

La guerra de los mundos se hizo cierta
El tercer mundo sigue siendo la arena
Lobos y corderos en cruenta  disputa
Echan a suerte quién tendrá la vacuna.

2020 fatídico, triste  y cruel  almanaque
La muerte pulula Sin mirar linajes
De norte a sur,  a diestra y siniestra
Pero el  vulnerable es quien  lleva la peor parte.

 La ambigüedad de nuestro actuar
Al hombre tiene  en constante ansiedad
Un contraste en luz y sombra
Que a nuestro orgullo busca atenuar.

¿Aprenderemos tal vez  de este bizarro suceso?
 O será más fácil olvidar  lo ocurrido.
¿Pasaremos la página  de lo acontecido?
Emprendiendo sin pensar un incierto destino.

Volver a encontrarse,  nuestro  mayor anhelo
Tocarnos de nuevo más allá de la piel
Sentir al otro, sonreír, dar afecto
Amar nuestra tierra, también serle  fiel.

Salir  a  la calle, al parque, la plaza
Al pueblo, vereda, camino a la sierra
Estar en familia, volver a estar cerca
Vivir, caminar, volver a la fiesta.

Aprender del encierro, aprender la lección
ser más solidarios,  pensar en común
Tener empatía,  menos agresión
Entre  nuestras manos está la solución

Gobiernos infames a voz en cuello repetirán
Que la crisis nadie mejor puedo manejar
Congelaron arriendos,  subsidios,  donatón”.
Como si no fuera esto su gran obligación

Fallamos como humanos, como especie y ciudadanos
Permitiendo que otros asuman el control
De nuestras, vidas, futuro  y decisión
Triste destino,  una gran decepción

Seguiremos caminando, cuando ya todo acabó
Porque sin memoria es más fácil vivir
Sin mirar atrás es como muchos pueden surgir
Olvidando su pasado y asumir que  nada pasó.

Gracias a quienes la historia nunca dejan de escribir
Para Quienes la memoria colectiva es la  prioridad
Aquellos que    a pesar de la  cruel adversidad
Una enseñanza,  premisa  siempre han de descubrir.

Cuando ya todo acabe, ojalá con prontitud,
El hombre avaro deponga su ambición
Cese la barbarie, abracemos a todos,  tengamos salud
Estrechemos las manos, expresemos gratitud.

La naturaleza afligida con fuerza nos llamó,
Atentos dispuestos,  oigamos su clamor
Vivos, unidos, con humildad y devoción
Renazcamos; amemos  la gran creación: