Interminables filas, caos vehicular, supuestas
ofertas que sumaron 19% a los precios de
los productos días previos de la prometida promoción, una desbandada de comerciantes y una horda de
hambrientos consumidores que días antes se quejaban de desempleo, de no poder
pagar arriendos y de no saber cómo iban a sobrevivir si la cuarentena
continuaba.
Un gobierno estratega que ha entregado
subsidios con un calculado efecto "boomerang" que recobrará con creces a expensas de la desmedida amnesia que pulula
en un país que cae una vez más en la vergonzosa
y conveniente postura de vivir el ratico. No hay memoria; sin memoria no
hay pasado y mucho menos futuro.
Un futuro que sucumbe y tambalea precisamente a
causa de una de las más profundas crisis que ha vivido la humanidad, una crisis
que al contrario de convertirse en una oportunidad de redireccionar el rumbo
hacia el progreso, continúa siendo el
caballo de batalla de un gobierno plutócrata,
que logra desviar la atención ante numerosos escándalos de corrupción y
de violencia que además de dejarnos perplejos y con una absurda aceptación de
nuestra realidad, provoca además la certidumbre de estar destinados a vivir
bajo el yugo camuflado ofreciendo
dádivas, pan y circo para adormecer conciencias y doblegar voluntades
repartiendo limosnas.
Espantados los gobernantes proclamaron la
sentencia que al alcanzar la ocupación del 35%
en los distintos lugares y espacios de interacción social se tomarían
medidas al respecto de la cuarentena y del “aislamiento preventivo,
obligatorio, inteligente y ahora negligente que ofreció una suerte de "Black Friday" criollo en medio de una crisis sanitaria para
dispersar la atención una vez más de un pueblo que siempre ha vendido su
conciencia al mejor postor, aunque sea este el que más tarde levante su mano
infame para azotar con el látigo de la corrupción, la explotación, la
desigualdad y el discurso barato de “prevención y acción”.
Prevención representada en la constante
insubordinación, indisciplina y torpeza de un pueblo ignorante que sucumbió
ante la tramposa estrategia de bancos, grandes comerciantes y gobierno en esa
macabra alianza que una vez más hace del consumismo y el hambre la más brutal
arma de dominación contra quienes prefieren
comprar electrodomésticos aunque al siguiente día no tengan qué comer. Y acción
evidente en la decadente administración de
justicia, lentitud en la toma de decisiones, el constante deja vu transmitido en vivo y directo por todos los
canales públicos de televisión que busca simplemente dar la apariencia de estar
al mando mientras el país sigue su rumbo violento, marginal, xenofóbico e indiferente frente a todo lo que
sucede que en ocasiones se normaliza o minimiza
desde discursos absolutamente desatinados, odiosos y de ultra derecha
que desmienten, desconocen y aniquilan cualquier referente de democracia y
ponen en evidencia la corrupción rampante y desfachatada que parece no tener
final. Si bien algunos pensamos en la cuarentena como una oportunidad de poner
en perspectiva diversos temas y situaciones, se convirtió como todo en nuestro
país en un folclórico paisaje que hace absolutamente imposible aprender de los
errores y mucho menos hacer de cada crisis oportunidades de mejora y direccionamiento
hacia un mejor rumbo.
El día sin IVA al igual que otras tantas
medidas aplicadas por el gobierno colombiano es un mecanismo irrisorio que
camufla tantas salidas en falso y sigue ofreciendo migajas a los incautos e
ignorantes ciudadanos mientras entrega soluciones con eufemismos para favorecer a los poderosos y sentenciar a la
ruina a los menos favorecidos.
Mientras el
país espera todavía el tan anunciado pico epidemiológico se dio un día
supuestamente exento de IVA, y se restarán muchos días más sin vida porque
mientras no haya normalidad nuestra cotidianidad será postergada
indefectiblemente en un lamento de unos pocos que amasaron fortunas durante años de cobrar mucho y pagar poco en sus restaurantes
y hoteles mientras el ciudadano de a pie, es multado, arrinconado e ignorado
porque después de 100 días de cuarentena se ha visto en la penosa obligación de
salir en contravía de cualquier recomendación legal o gubernamental que le da
un día sin IVA a cambio de muchos días sin más vida.
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