911, español tenemos un problema…
POR: DIEGO
OSPINA CASTAÑO
En la esquina del barrio, en un
programa juvenil de alguna emisora radial, en la charla con los amigos de clase
en el colegio, en el transporte público, en la cotidianidad de los mensajes de
WhatsApp, en fin, en un sinnúmero de escenarios contemporáneos; interesantes
y aleccionadoras conversaciones protagonizadas por algunos de los individuos de
la generación actual, aquellos que tuvieron la fortuna o tal vez la desventura
de nacer en la era digital, aquellos quienes llegaron a la vida con acceso a
toda suerte de dispositivos digitales y no imaginan un mundo sin toda esa
maraña virtual de actos comunicativos.
Si bien es interesante el progreso y evolución de la que algunos estudiosos de la lengua y
sociolingüistas defienden como parte de un proceso apenas lógico concatenado al
devenir de las transformaciones sociales, es también lamentable el excesivo
simplismo y decadencia que ha
desdibujado por completo la sutileza,
limpieza, elegancia y decoro en la expresión oral que ha privilegiado el
simple uso del lenguaje frente a su
correcta expresión ; y se ha animado
a los jóvenes de la época actual
a participar del fatídico declive de nuestro idioma al extremo que les resulta
prácticamente imposible comprender un texto que no esté escrito en la más
funesta jerga callejera o en el mejor de los casos forme parte del “extenso acervo lingüístico” de una
canción de “reggaeton”.
Rescate 911,
SOS, Mayday, tenemos un problema; Miguel de Cervantes ha de estarse halando los
cabellos en el más allá, Cortázar estará maldiciendo el haber creado la más
grandiosa obra de la vanguardia literaria latinoamericana, Gabo habría ya
desistido de haber imaginado Macondo con sus millones de mariposas amarillas e
Isabel Allende ha de estar preguntándose si ¿habrá valido la pena el fusionar
la realidad política con el paralelismo de lo esotérico en su casa de los espíritus?
Todos muy seguramente en su momento también
se preguntarían si su misión creadora, testimonio del anacronismo de la
sociedad de su época pero también reflejo de la maravillosa actualidad y vigencia
de cada una de sus historias resistirían el paso del tiempo siendo la única
evidencia de su trasegar por la tierra.
No ha de preocuparnos pues la inocua
experiencia de algunos que creen haber conquistado masas con sus postizas rimas
llenas de violencia y pornografía que sólo son reflejo de la ignorancia de
aquellos que han sido seducidos por su decadente verborrea que sin ton ni son
sigue ganando espacio en una juventud que no lee, no reflexiona, no cuestiona,
y que el único referente que tiene de lectura crítica es simplemente expresar
que tanto les gustó o no un texto
propuesto por el maestro después de muchos ensayos para lograr impulsar aunque
sea someramente un pobre encuentro con la lectura; haciendo apología a la
campaña publicitaria de promoción a la lectura : “lee lo que sea, pero
lee”.
Qué lástima legitimar la
mediocridad. Piensa lo que sea pero piensa,
di lo que sea pero di algo, escribe lo que sea pero escribe. Con razón todo es
relativo y todo vale incluso en las más encumbradas esferas académicas donde se
adoctrina en el sentido más amplio del término y donde se sigue filtrando el
acceso al conocimiento con murallas infranqueables de evaluaciones que en nada contribuye
a hacer de la educación un verdadero
derecho.
Mis queridos jóvenes millennials,
centennials, o como quieran llamarse, que orgullosos se ven obnubilados por sus
Smart phones, que en verdad son muy
inteligentes pues han logrado tomar el control de sus vidas y les han robado el
poder de pensar por sí mismos, de decidir, de hablar y de opinar de forma sensata, coherente y concreta.
Hoy la historia se escribe
virtualmente, a través de memes, estados, “likes”,
y comentarios mal redactados, sin
fundamentos y con incalculables errores de ortografía. Sigan pues alimentando su hambre de solamente
textear; no lean, no piensen, no estudien, al fin dentro de unos años cuando no tengan que decir
más allá de las pocas expresiones emulando una mala retahíla “reggaetonera” como la peor experiencia
del oráculo que vaticinará un destino empobrecido por la esquiva respuesta hacia sus maestros por reescribir la historia
de sus vidas desde la inmarcesible e inagotable fuente de sabiduría que sólo
puede hallarse en el aljibe sin fondo de la riqueza lingüística de nuestro
idioma y en la mente inquieta que devela los secretos más inexplicables de
quienes se tomaron el esfuerzo de decir más que palabras; han creado mundos, abordado experiencias de la
mano de personajes únicos, en discursos magistrales y con reflexiones profundas
que se contraponen a la frivolidad, ligereza y superficialidad en la que se ha
visto inmersa la prosa costumbrista, la identidad folclórica y el encanto
autóctono desdibujados en la vulgaridad, la atrocidad, el desencanto y el facilismo mediático.
Es hora de poner freno a esta desbandada
de expresiones inútiles que hacen prácticamente imposible sostener una
conversación por más de cinco minutos, argumentar una postura ideológica o comentar
de forma reflexiva la actualidad de nuestro tiempo, opacada por telenovelas y
realities que avalan el culto al yo, el narcisismo y la morbosidad que sólo
pueden surgir de corazones insensibles, ojos ciegos y mentes ausentes de toda introspección
que les impide construir una cosmovisión coherente al infinito acceso a la
información de la actualidad mundial.“Mene MeneTekel Upharsin” - (libro
de Daniel 5, 25) ___ Has sido pesado en
la balanza y has sido hallado falto de peso -__ El mundo actual nos ha entregado todas las
herramientas para acercarnos de forma casi inmediata al conocimiento, al
crecimiento intelectual al intercambio infinito de información, pero sólo somos
un remedo de civilización con delirios de grandeza que ha regresado a la primitiva escasez del lenguaje y con la
salvaje costumbre de escribir lo que sea contra quien sea ya que se ha
convertido en la única evidencia de que seguimos con vida.
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