martes, 21 de abril de 2020

Día del idioma español


911, español tenemos un problema

POR: DIEGO OSPINA CASTAÑO

En la esquina del barrio, en un programa juvenil de alguna emisora radial, en la charla con los amigos de clase en el colegio, en el transporte público, en la cotidianidad de los mensajes de WhatsApp,  en fin,  en un sinnúmero de escenarios contemporáneos; interesantes y aleccionadoras conversaciones protagonizadas por algunos de los individuos de la generación actual, aquellos que tuvieron la fortuna o tal vez la desventura de nacer en la era digital,    aquellos quienes llegaron a la vida con acceso a toda suerte de dispositivos digitales y no imaginan un mundo sin toda esa maraña  virtual de actos comunicativos.

Si bien es interesante el progreso y  evolución de la  que algunos estudiosos de la lengua y sociolingüistas defienden como parte de un proceso apenas lógico concatenado al devenir de las transformaciones sociales, es también lamentable el excesivo simplismo y decadencia  que ha desdibujado por completo la sutileza,  limpieza, elegancia y decoro en la expresión oral que ha privilegiado el simple  uso del lenguaje frente a su correcta expresión ;   y  se ha animado  a los jóvenes de la  época actual a participar del fatídico declive de nuestro idioma al extremo que les resulta prácticamente imposible comprender un texto que no esté escrito en la más funesta jerga callejera o en el mejor de los casos forme parte del “extenso acervo lingüístico” de una canción de “reggaeton”.

Rescate 911, SOS, Mayday,  tenemos un problema; Miguel de Cervantes ha de estarse halando los cabellos en el más allá, Cortázar estará maldiciendo el haber creado la más grandiosa obra de la vanguardia literaria latinoamericana, Gabo habría ya desistido de haber imaginado Macondo con sus millones de mariposas amarillas e Isabel Allende ha de estar preguntándose si ¿habrá valido la pena el fusionar la realidad política con el paralelismo de lo esotérico en su casa de los espíritus?  Todos muy seguramente en su momento también se preguntarían si su misión creadora, testimonio del anacronismo de la sociedad de su época pero también reflejo de la maravillosa actualidad y vigencia de cada una de sus historias resistirían el paso del tiempo siendo la única evidencia de su trasegar  por la tierra.

No ha de preocuparnos pues la inocua experiencia de algunos que creen haber conquistado masas con sus postizas rimas llenas de violencia y pornografía que sólo son reflejo de la ignorancia de aquellos que han sido seducidos por su decadente verborrea que sin ton ni son sigue ganando espacio en una juventud que no lee, no reflexiona, no cuestiona, y que el único referente que tiene de lectura crítica es simplemente expresar que tanto les gustó o no  un texto propuesto por el maestro después de muchos ensayos para lograr impulsar aunque sea someramente un pobre encuentro con la lectura; haciendo apología a la campaña publicitaria de promoción a la lectura : “lee lo que sea, pero lee”. 
Qué lástima legitimar la mediocridad.  Piensa lo que sea pero piensa, di lo que sea pero di algo, escribe lo que sea pero escribe. Con razón todo es relativo y todo vale incluso en las más encumbradas esferas académicas donde se adoctrina en el sentido más amplio del término y donde se sigue filtrando el acceso al conocimiento con murallas infranqueables de evaluaciones que en nada contribuye  a hacer de la educación un verdadero derecho.

Mis queridos jóvenes millennials, centennials, o como quieran llamarse, que orgullosos se ven obnubilados por sus Smart phones,  que en verdad son muy inteligentes pues han logrado tomar el control de sus vidas y les han robado el poder de pensar por sí mismos, de decidir, de hablar y de opinar de forma  sensata, coherente y concreta.

Hoy la historia se escribe virtualmente, a través de memes, estados, “likes”,   y comentarios mal redactados, sin fundamentos y con incalculables errores de ortografía.  Sigan pues alimentando su hambre de solamente textear; no lean, no piensen, no estudien, al fin  dentro de unos años cuando no tengan que decir más allá de las pocas expresiones emulando una mala retahíla “reggaetonera” como la peor experiencia del oráculo que vaticinará un destino empobrecido por la esquiva respuesta  hacia sus maestros por reescribir la historia de sus vidas desde la inmarcesible e inagotable fuente de sabiduría que sólo puede hallarse en el aljibe sin fondo de la riqueza lingüística de nuestro idioma y en la mente inquieta que devela los secretos más inexplicables de quienes se tomaron el esfuerzo de decir más que palabras;  han creado mundos, abordado experiencias de la mano de personajes únicos, en discursos magistrales y con reflexiones profundas que se contraponen a la frivolidad, ligereza y superficialidad en la que se ha visto inmersa la prosa costumbrista, la identidad folclórica y el encanto autóctono desdibujados en la vulgaridad, la atrocidad,  el desencanto y el facilismo mediático.

Es hora de poner freno a esta desbandada de expresiones inútiles que hacen prácticamente imposible sostener una conversación por más de cinco minutos, argumentar una postura ideológica o comentar de forma reflexiva la actualidad de nuestro tiempo, opacada por telenovelas y realities que avalan el culto al yo, el narcisismo y la morbosidad que sólo pueden surgir de corazones insensibles, ojos ciegos y mentes ausentes de toda introspección que les impide construir una cosmovisión coherente al infinito acceso a la información de la actualidad mundial.“Mene MeneTekel Upharsin” - (libro de Daniel 5, 25) ___ Has sido pesado en la balanza y has sido hallado falto de peso -__  El mundo actual nos ha entregado todas las herramientas para acercarnos de forma casi inmediata al conocimiento, al crecimiento intelectual al intercambio infinito de información, pero sólo somos un remedo de civilización con delirios de grandeza que ha regresado a la  primitiva escasez del lenguaje y con la salvaje costumbre de escribir lo que sea contra quien sea ya que se ha convertido en la única evidencia de que seguimos con vida.

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