De un lado un candidato que ha expresado reiteradamente su
postura abierta ante las transformaciones sociales que presenta constantemente
la humanidad y un pasado de absoluta oposición al estado, además de un discurso
elaborado, estructurado, pensado, elocuente y con pleno conocimiento del país,
que en resumidas cuentas no ha sido comprendido por la mayoría de los
colombianos que, por otro lado prefieren el discurso desencajado, vulgar,
violento, machista y fascista de un personaje intransigente que es evidencia
de lo que en esencia es la sociedad
colombiana, que quiere un cambio a expensas de las libertades. Será que estamos
tan acostumbrados a la violencia que la normalizamos a tal punto de hacerla
parte del folclor apoyado en el legado de la narco novela y de la ley del más
fuerte. “El vivo vive del bobo”, “todo vale”, “quien pega primero, pega dos
veces”. Se desprestigia la academia, el acceso a la información y el
fortalecimiento de la educación pública como fundamento hacia una sociedad del
conocimiento.
Posturas opuestas en un país acostumbrado a los extremos;
liberales contra conservadores, quienes defienden una economía de oferta y
demanda sin pudor contra los defensores de un desarrollo sostenible; el
capitalismo salvaje contra la posibilidad de construir una sociedad equitativa.
Quienes en época de la colonia impusieron su ideología a
sangre y fuego siguen ajustando las cadenas de opresión ahondando heridas que
se niegan a sanar en una piel que se acostumbró a sangrar para lograr
sobrevivir.
Qué hacer en un país que se creía había tocado fondo, pero
que aparecen de la nada personajes con la capacidad de recabar el deprimente suelo
en que se ha venido apoyando históricamente el poder haciendo cada vez más
difícil encaminarlo hacia mejores rumbos.
Cómo puede parte de la sociedad colombiana que vive en la
miseria sentirse identificada y sigue rindiendo culto a un reducto de hampones
que han saqueado al país y terminan convirtiéndose en su faro a quienes todos
pueden ver, pero del que no reciben más que un pequeño e insignificante hilo de
luz terminando siempre en un naufragio que se repite eternamente cada cuatro
años, cambiando de timonel, pero con los mismos tripulantes.
¿Será posible contemplar cómo Colombia se hunde cada vez más
en el fango de la miseria que acaba con cualquier posibilidad de un país
distinto?, con mejores oportunidades, un país que deje de ser administrado como
una gran finca, cumpliendo a presiones de políticas internacionales impuestas a
costa del porvenir de todos. Una nación
que continúa mostrando una cara de avance ante quienes solo han saqueado
durante siglos sus recursos y abandonado a su suerte las comunidades, han
expropiado territorios con violencia, han mentido y siguen adoctrinando con la
idea de un progreso a costa de los desposeídos.
Un país que se jacta de ser una incólume democracia, que
reclamó su independencia hace más de 200 años pero que ha sido y sigue
fungiendo de patio trasero de los Estados Unidos, y pidiendo aceptar políticas
que solo la afectan y mantienen en el más patético escenario de individualismo, indiferencia y servilismo para
con nuestros gobernantes. En palabras de Jaime Garzón los gobiernos no están
dirigiendo al país, sino que se lo están literalmente “digiriendo”.
Una guerra sucia que tilda de terroristas a quienes quieren reclamar sus derechos, educarse, acceder a un empleo digno, y premia a quienes han construido imperios siendo verdugos de los empobrecidos y marginados.
Unámonos en un clamor hacia la justicia, la paz, la
educación, las oportunidades. No con protestas agresivas, mensajes de odio,
discursos fanáticos, sino con inteligencia, serenidad y sin miedo. El cambio lo
puede proponer un abanderado de una causa, pero somos todos los que en
realidad podemos hacer de nuestro país un territorio que empiece a escribir una
nueva historia.
Las cadenas pueden ser rotas promoviendo la unidad en un país
fracturado, dividido y que parece naufragar.
Se puede hacer de la dignidad, la equidad, la justicia, la
paz y la honestidad parte de nuestra identidad, que sea el nuevo rumbo hacia
donde todos juntos encaminar nuestros esfuerzos.